Desde los apóstoles existe este gran cuestionamiento, ¿cómo se ora?, ellos mismos le preguntaron a Jesús cuál era la mejor forma para orar…
La oración ideal debe ser como el Padre Nuestro, la oración clave. Tiene una secuencia poderosa; primero reconocer a Dios como padre y creador, luego examinar nuestras necesidades, aceptarnos pecadores y por último dar gracias, es un orden específico para orar individualmente y también por los otros. Primero reconocer la presencia de Dios, porque si no tenemos presencia de Dios seguimos pensando en un Dios lejano como el sol, es sentirlo aquí presente, escuchándonos, aceptarnos necesitados de, frágiles como criaturas y dar gracias.
También Jesús nos explica muy bien en la resurrección de Lázaro, como orar es dar por anticipado hecho lo que le pedimos a Dios, y esa forma de oración tiene un nombre muy especial "oración de abandono". Consiste en dejar en manos de Dios para que Él obre. Sin embargo, tenemos el hábito de orar y obrar nosotros mismos, por ejemplo; “Señor purifica esta persona, pero pase el jabón yo la lavo…”
Jesús en esta ocasión, dijo: “Gracias Padre porque me has escuchado, yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo en voz alta, para que estos que están aquí presentes crean, y da la orden de la oración; “A ti Lázaro te digo levántate y camina”, esa es la verdadera fuerza de la oración de la gratitud.
Una oración de gratitud no es “doy gracias porque usted tan formal, porque me hizo el favor”. La verdadera oración de gratitud es la que le da el poder a la oración cuando se asume que ya es un hecho, ahora la oración de abandono es llamada plegaria.
La mejor manera de orar es la plegaria, el abandono es dejar en manos de Dios, en cambio la plegaria es la forma de orar, muy diferente a la petición. La iglesia nos enseñó a orar pidiendo y allí es donde se nos olvida la esencia de Dios. Un ejemplo plegaría diría;
“Gracias Padre porque me has escuchado,
porque si me conecto contigo tendré la confianza,
me has dado una familia, y sé que en tu amor
nos vamos a unir y nos vamos a fortalecer,
tu harás en nosotros lo que tengamos que hacer,
cambiarás en nosotros lo que tengas que cambiar,
porque tú nos conoces, sé que ya lo has hecho
y por eso te doy gracias, Amén.“
Es la manera de agradecer lo ya recibido, no se ora "Dios dame", sino "Dios tu que me has dado". Una oración de sanación en forma de plegaría sería;
“Señor por favor elimina este dolor
de (lugar del dolor), a (nombre completo),
gracias padre porque eres un Dios de sanación
y en esa gracia de sanación que me has dado,
y has puesto en mis manos yo intercedo
para que se quite su dolor, si es tu voluntad,
si él lo necesita, si él necesita la enfermedad
para aprender entonces que tome el aprendizaje,
Amén y gracias".
La petición se hace abierta a lo que tenga que pasar, porque no sabemos si la enfermedad llegó por que fue puesta, o porque la persona tuvo un accidente y simplemente necesita que se le quite el dolor, o porque tenía que llegar por un aprendizaje. Cuando una persona necesita que le quiten el dolor, asimila la gracia de Dios, sana y toma el aprendizaje. Pero, a veces necesita que el dolor se quede para que tenga que sentirse necesitado de Dios, humilde. De esta forma la persona trabaja su orgullo y si anda como cabra loca, sin ponerle freno a su vida, la enfermedad viene a poner un alto, el cuerpo físico debe parar un momento las revoluciones y darse cuenta del panorama, el cuerpo mental debe asimilar que por andar corriendo para todas partes, se le olvidó lo esencial, Dios y su conexión con el cuerpo espiritual.
Para no coartar nada de lo que pase con la sanación de una persona se ora en plegaria, anteponiendo que la voluntad de Dios siempre será lo mejor que ese ser necesita, se abre nuestro campo de información porque no la coartamos ni dominamos, dejamos pasar lo que tenía que pasar y eliminamos el control.
Cuando estamos montados en el control se elimina la plegaria, en el control queremos que esa persona se sane a como dé lugar. Y hacemos oraciones controladoras, “sana es lo que yo requiero en este momento”, y seguramente no pasará nada. Muy distinto cuando ofrezco en plegaria “Señor en tu nombre que el dolor de esta persona se quite”, de esta forma en el nombre del Señor, si la persona necesitaba la sanación, sanará. Cuando eliminamos el control se vuelve una “oración de abandono” y en estos momentos el cielo entrega información de las personas y su procesos para que entendamos que es lo que sucede, a eso se le llama clarividencia, por ejemplo; el dolor de esta persona le llegó por un amarre económico, no es un dolor físico.
En estos casos se recurre a la oración de liberación, igualmente en plegaria. Lo que nos hace la plegaria es abrir todo el campo límbico (sistema del cerebro que regula las emociones, aprendizajes y memoria) y la fe guardada en nuestra energía espiritual lleva la oración al corazón para que se materialice. El llamado que hace la plegaria en nosotros es a utilizar las herramientas de Dios con gratitud y fe. La oración no debe ser sin acción, como se hacía antiguamente, sentarse y pedir. Existen muchas formas y maneras de orar que es lo mentalmente podríamos llamar terapia espiritual, lo importante siempre es recordar que mientras se llame la presencia de “Dios” es Oración.
“Dios mío cuida mi casa que me voy de paseo”, no es la oración más bonita, ni la más elaborada, pero es plegaria, se está con Dios y pidiendo presencia de Él. Todo lo que se convoque en presencia de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo se convierte en oración. “Ojala toda nuestra vida fuera una oración”, es la invitación que nos hacían los Santos. Nos invitaban a que todo fuera en función, nombre y voluntad de Dios, porque Dios sabe que va suceder y siempre pasa lo mejor que tiene que pasar. De esta forma el negativismo perdería poder, el ego, la envidia, y todo lo demás que nos ancla, porque nuestra mente está abierta al aprendizaje, entonces desde ahí es que claramente necesitamos conectarnos con la plegaria.
La oración sin Dios, sin Espíritu santo, no se puede llamar oración. La diferencia entre Dios y Espíritu santo es la esencia, Dios Padre lo hace todo y es la energía general. El Espíritu santo esa fuerza, ese pedazo de Dios que se conecta con nosotros, soplo que Dios puso en cada uno de nosotros. Llamar al Espíritu Santo es decir; "deseo que esa luz en mi interior despierte y me dé la claridad, sea puente de conexión". Pido Espíritu Santo porque es el rayo de luz directo que me llega a mí de Dios, él me da la claridad.
San Pablo tenía una costumbre muy bonita, se hizo tan amigo del Espíritu Santo que decía; “El Espíritu Santo y yo hemos decidido" que vamos a ir a anunciar la iglesia, que vamos a nombrar a este sacerdote de este pueblo. San Pablo nunca tomaba decisiones solo, el acordaba con el Espíritu Santo y él informaba sus disposiciones. Muchos dicen que San Pablo y sus palabras tenían tanto poder que con una sola predicación convertía a miles, ya sabemos de dónde provenía su gran don.
Muchas personas canalizan y nunca invocan la presencia de Dios y del Espíritu Santo, llaman directamente a otros seres, la pregunta es: ¿realmente de dónde vienen?, la luz siempre llega de Dios y del Espíritu Santo, es ahí donde el espíritu de Dios nos ayuda a depurar de dónde viene lo que nos llega, porque la oscuridad se disfraza de dulzura y amor.
La palabra Santo es santificar, traducido del latín al español que pertenece a Dios, es pedir espíritu de Dios. Para los no católicos se pide la presencia de Dios, Ser supremo, Maestro guía, Ser de luz, o como se le quiera nombrar pidiendo presencia de Dios. Por ejemplo, para llamar a los Santos Arcángeles y los Santos Ángeles, se le debe decir “San Miguel”, “San Gabriel”, “San Rafael”…. Para decir que son los ángeles perteneciente a Dios.
Las acciones de una plegaria son las que se denominan “Milagros“, son las obras de Dios, cuando la oración se vuelve un hecho, entonces el solo efecto de sanación por oración es un milagro.
Santiago 5:13-14
“Si alguno de ustedes está triste, póngase a orar.
Si está alegre, alabe a Dios con cánticos.
Si alguno está enfermo, que llame a los líderes de la iglesia,
para que oren por él; entonces ellos le untarán aceite
y le pedirán al Señor que lo sane.”
Por eso en la oración se usa aceite, porque el aceite es el signo de estar ungidos, estar preparado para recibir, la unción se le daba a lo más enfermos o a los más amigos, cuando tu amas mucho a alguien lo unges, cuando necesita mucha fuerza de Dios, de ahí que los sanadores usamos aceite. Esa unción genera ese puente entre lo divino, lo humano y al mismo tiempo genera una protección para que el sanador no se quede con la energía de la otra persona. Se unge las manos para bendecir las obras, el pecho para los sentimientos, en la frente los pensamientos, todo el ser en consonancia con la divinidad.
Marta Elena Gutiérrez Higuita
Me encantó aprender a orar bajo la voluntad del Padre, con gratitud y fe. Excelente explicación.
Genial