Gradualmente nos integraremos a la vida civil cuando lo expertos vayan dictando medidas salubres que se alineen con las necesidades económicas de cada país. Para nadie es un secreto que Latinoamérica en general no puede permitirse mantenerse encerrada durante varios meses ya que la pandemia generaría otra catástrofe: Hambrunas generalizadas. Las clases consideradas “medias”, se dieron cuenta que estaban más cerca de las “bajas” que de las “altas”. En otras palabras quienes vivían del diario se enfrentaron con una realidad cruda en este país: No se pueden permitir un encierro prolongado. Teniendo en cuenta esto, y agregando que sólo aproximadamente un 7% de la población podría considerarse clase “alta” en Colombia es necesario y pensando en ese 93% restante de la población, que la economía se reactive.
Como esto se hará poco a poco, hay que hacer una claridad entre el inicio de la cuarentena y su final.
El principio de la cuarentena fue como un baldado de agua fría: Directo, inmediato, fulminante. Un día podíamos salir y disfrutar de nuestra vida social sin ningún problema y al otro día un virus que no podíamos ver nos mandó a nuestras casas a cuidarnos y resguardarnos.
El final de la cuarentena será gradual. Poco a poco, cada vez más personas podrán permitirse regresar a sus trabajos a pesar de que las reuniones sociales y multitudinarias no tendrán cabida a nivel legal.
Antes de continuar debemos recordar el síndrome de la rana hervida.
Este síndrome es surge de una analogía expuesta por el filósofo y escritor Oliver Clerc en su libro “La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida”. En este libro se expone cómo, a través de su capacidad de termo regularse físicamente, una rana puede ser hervida poco a poco, aumentando gradualmente la temperatura de la olla donde está metida. Cada cierta cantidad de minutos, se aumenta sólo medio centígrado la temperatura a la que está sometida y ella no se moverá: Su instinto natural y su capacidad para adaptarse a nuevas temperaturas hará que ella regule la temperatura de su cuerpo para poder sobrevivir. (Esto es una fábula, por favor no lo intenten en casa). Llegará un momento donde la rana no tendrá energías para saltar de la olla por que las habrá desperdiciado en termo regularse y en ese momento la olla estará tan caliente que lo único que le queda es su muerte, siendo hervida.
¿Por qué esta analogía?
Por que la costumbre que en estas semanas hemos tomado de aislarnos de los demás puede perpetuarse con la gradualidad con la que nos integramos a la vida civil. Es decir podemos acostumbrarnos a mirar a los demás con desconfianza, a relegar el contacto físico y la cercanía a lujos que nos permite sólo la seguridad. Es peligroso que por el miedo dejemos de ver a los demás como cercanos: La vida en sociedad es parte importante de nuestra humanidad.
El llamado de este escrito es ese: Que no nos suceda como a la pobre rana que por acostumbrarse a modelar su temperatura, fue cocinada sin resistirse a serlo. Que la costumbre de ver al otro como una potencial amenaza no nos haga perder nuestra humanidad. Seamos conscientes hoy de que nos alejamos para protegernos, pero el día de mañana y en el futuro venidero será la cercanía, el contacto, la unión, lo que nos hará más fuertes. Como especie y desde nuestra individualidad.
Autoría: Andrés Felipe Vidal Molina
Un abrazo en la luz.
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