En las tardes infinitas de mis miedos, me siento a meditar sobre lo absurda que es la vida, y me pregunto: ¿qué hago acá?, ¿Pero a dónde podría ir, si no conozco otro lugar? Y, ¿a dónde fuera que no estuviera conmigo misma? Y, ¿dónde puedo habitar en mí que me sacuda los miedos? si el miedo más grande es a mí misma ¿cómo escapar de mí o cómo enfrentarme a mí misma?
Es un tormento constante no saber dónde estar, si ni siquiera sé estar en ninguna parte. Es la lógica absurda del miedo y es eso lo que a veces siento que soy un cosmos de miedo encriptado en un cuerpo humano intentando ser otra cosa que sabe que puede ser, pero que no sabe qué.
Quiero llorar, reír, cantar, gritar, pero eso me parece aún más absurdo que el mismo miedo; y ¿cómo dejar el miedo si es cambiar la naturaleza?, ¿cómo escapar de la eterna cárcel del inconsciente?, ¿cómo ser libre si no se es consciente de ser esclavo?, ¿cómo reclamar un amor diferente si pareciera que lo que se ama es el miedo?, ¿cómo dejar de amar el miedo sí parece un carcelario?, ¿si es la cárcel, la condena, el calabozo y el guardia?.
Tengo miedo de mi misma porque no sé cómo sería sin miedo.
Tal vez el miedo al miedo es sólo miedo a la grandeza que se camufla en la rutina.
En el día a día del ir y venir entre almas, entre demonios y ángeles, entre tormentos y alivio de almas cansadas.
¿Cómo dejarte libre miedo, para yo ser libre?, ¿cómo vivir sin ti y empezar a vivir en mí?
Has sido una compañía constante en el vacío del alma que anhela libertad, has sido música bailada que no se quiere bailar más, has sido música tonada, bolero y verso, angustia y desasociego; has sido un mar de sentimientos y emociones de nunca acabar, que acaban dejándome cansada.
Hoy querido miedo, quiero mirarte a los ojos y decirte No Más!
Autoría: Marta Elena Gutiérrez Higuita
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